lunes, 30 de diciembre de 2013

Malos tiempos para la dieta

Semana 14
Peso: 144,1

Llega Navidad, y la nieve al caer, todo lo cubrió, con su blanco dosel....Navidad, el antónimo perfecto de dieta saludable. Habían sido unos meses de calma chicha en lo que respecta a eventos y celebraciones varias, pero, a los acordes de los primeros villancicos, mi fuerza de voluntad se tomó unos días de vacaciones. Al margen de las celebraciones familiares de Nochebuena, surgieron otro tipo de eventos que no pude ni quise rechazar. Amigos que vienen de fuera, vermú torero prenavideño...salpicado con alguna que otra cervecilla casual.

A pesar de ello, he procurado mantenerme estricto con la dieta los días no festivos, y como consecuencia de todo ello, mi peso esta semana ha sufrido un leve aumento de 200 gramos (si hubiera hecho pis antes de subirme a la báscula otro gallo hubiera cantado). Pero bueno, asumo mi relajación navideña y respiro aliviado al comprobar que, a pesar de pasarme varios pueblos, la cosa se ha más o menos mantenido.

Diferencia entre julio y diciembre
Me pasa en ocasiones que no termino de verme los progresos delante del espejo. Supongo que el verte cada día el careto y el cuerpo hace que las oscilaciones en el peso pasen muy desapercibidas. Incluso cuando veo fotos mías recientes no acabo de terminar de verme todo lo bien que me gustaría. No puedo olvidar que, a pesar de la treintena larga de kilos que he perdido ya, sigo siendo un tipo muy gordo. Pero suelo recurrir a comparar fotos del pasado reciente y actuales, y es entonces cuando vuelvo a animarme. A la derecha podéis observar la diferencia entre mi careto este verano y el actual, donde se aprecia parte de lo que voy dejando por el camino todos estos meses. Lo que no acabo de entender es cómo no fui capaz en el momento de ver la foto de la izquierda de tomar la decisión que adopté meses más tarde. Ahora siento vergüenza al mostrarla aquí.

Pero bueno, todo pasa y todo queda, como decía Serrat. Afronto una nueva semana en la cual habrá algún desliz seguro, pero sabiendo que a la vuelta de la esquina está el ansiado 7 de enero, donde las aguas volverán a su cauce. Mi objetivo era pasar estas fiestas al menos sin engordar un gramo, y no estoy demasiado lejos de conseguirlo.

Y ya que he parafraseado al gran Germán Coppini en el título de esta entrada, y como nos ha dejado esta semana, acabaremos hoy con un pequeño homenaje al que fue uno de los cantantes clave de la década de los 80 en España. Feliz 2014 a todos. Me voy a por mi yogur de media mañana.


lunes, 23 de diciembre de 2013

La gastroenteritis vino a echarme una mano

Semana 13
Peso: 143,9

Como si no estuviera perdiendo un montón de peso, hace un par de viernes quiso colaborar conmigo en mi afán de obtener un cuerpo atlético una gastroenteritis galopante. Hablando en plata, las pasé más putas que Caín. No voy a entrar en detalles, ya que no me va el punto escabroso, simplemente decir que pasé dos días más tiempo en el baño que en cualquier otra parte. La sensación de deshidratación fue tal que hasta me asusté al verme las manos. Parecían las de un anciano de 80 años.

Afortunadamente, como todo esta vida, todo pasa...y todo queda...en este caso falta....espera, que me estoy liando. El caso es que fueron 6,5 kilos los que perdí gracias a perder más líquidos de los que era capaz de ingerir, y a no probar bocado en dos días enteritos. El martes todo empezó a volver a la normalidad, mis extremidades volvieron a parecer las de un chaval de 46 años, mientras los líquidos fueron cogiendo de nuevo posición en mi cuerpo. Obviamente, sabía que mi pérdida de peso había sido ficticia, por lo que tenía que estar preparado para que, por primera vez en casi tres meses, pesara más una semana después.

Y así fue (así ha sido, por fin puedo hablar en presente), hoy la báscula ha revelado 2,3 kilos de más, pero en el cómputo global de estas dos últimas semanas, la pérdida ha sido de más de 4 kilos, en la media de lo habitual. Tras tres días forzado a no salir a andar, retomé con ganas mis paseos matutinos, y ahora ya es raro el día que hago menos de 8 kilómetros, y cuando sucede es siempre por tiempo, a veces se me pegan las sábanas y mis obligaciones me impiden ir más allá.

Voy a presumir de un dato que a mí me ha impresionado. Uso en el móvil la app Endomondo para medir mis paseos, y la propia aplicación crea desafíos para sus usuarios, con premios de por medio. Me apunté a una en la cual se trata de perder el máximo de calorías posibles (las mide basándose en el peso de cada uno). Pues bien, en estos momentos voy en el puesto 57....de más de 113.000 participantes!! Como diría Juancar, me llena de orgullo y satisfacción. :)

Llegan malas fechas para un perdedor de peso como yo, pero bueno, las torearemos como se pueda. Confío en llegar al 7 de enero al menos como estoy ahora, y si es posible, un poquito menos. Pero en estos tres meses me he curtido en mil batallas, y creo que saldré ganador. Y si no, pues no pasa nada. Ahora sé que lo puedo hacer, y no tengo prisa por lograrlo. El primer gran objetivo ya está cumplido. Además, en breve, añadiremos natación a los paseos.

Feliz Navidad a todos!!! Y millones de gracias por vuestro apoyo. Sin vosotros sería mucho más complicado.


domingo, 15 de diciembre de 2013

Analítica: yu-yu

Semana 11
Peso: 148,1

Desde el primer momento que mi médico contactó conmigo, lo primero que me sugirió-pidió-obligó fue el hacerme una analítica completa pare ver de qué pata cojeaba, para buscar posibles carencias y así poder adaptar la dieta a las mismas, y también con la intención de hacerme otra más adelante para comprobar mis posibles mejoras. Lo que ella no sabía es que se enfrentaba a alguien que desconoce su grupo sanguíneo, que huye de los hospitales como de la peste, y cuya única analítica en toda su vida se produjo cinco años atrás obligado por un susto gordo.

No, no le tengo miedo a los pinchazos. Mi miedo ha sido siempre a los resultados. Sufro de una especie de aprehensión hipocóndrica que me hace pensar que tengo todos los males metidos en mi cuerpo, y soy tan tonto que pienso aquello de "ojos que no ven..." Así que puse carita de niño bueno, torcí el morro y fui retrasando a duras penas el momento de pasar por el mal trago de decubrir cómo estaba funcionando mi cuerpo exactamente. Así obtuve una moratoria hasta finales de noviembre, espacio de tiempo durante el cual, tanto Rocío como Rita no dejaban de recordarme tan funesto momento.

Y finalmente Rocío optó por la mejor fórmula posible para conmigo: llegué una tarde a su consulta a la rutinaria sesión de medición de contornos y me encuentro sobre la mesa la petición de analítica a mi nombre, a falta de ponerle fecha. Todos mis miedos volvieron a asomar en ese instante. Acepté a regañadientes, pero no me quedaba otra. Mi fantástica enfermera me había ido poco a poco concienciándome acerca de los resultados, tranquilizándome ante una posible situación negativa de los mismos. Estoy convencido de que ella estaba convencida de que algo tenía.

Y así, a la semana siguiente fui como cerdo al matadero con mi primera orina matutina en mano a que me clavaran la aguja en mi brazo. De la extracción ni me enteré, todo hay que decirlo. La chica que me pinchó hizo su trabajo a la perfección. Pero salí de allí con la sensación de que la suerte estaba echada. Habría que esperar tres días a los resultados, por lo que, cuando al día siguiente recibí la llamada de mi enfermera me puse a temblar...

¿Estás muy acojonado? Esas fueron sus primeras palabras al otro lado del teléfono...¿que si lo estaba? Creo que no lo había estado tanto en mi vida! Afortunadamente no quiso mantener el suplicio mucho rato, y enseguida me dijo que mi analítica había salido casi perfecta! Apenas un puñado de leucocitos de más debido a un catarro pasajero. Ni colesterol, ni azúcar, ni anemia...supongo que los mejores resultados posibles para una persona de más de 140 kg....porque esa es la otra buena noticia de estas dos semanas, mi nuevo cambio de decena. 3,500 kg. menos en 15 días ponían mi peso en los 148,1 kg. Doble alegría, y un nuevo chute de autoestima. Así a lo tonto, una de las personas más dejadas del mundo estaba a punto de rebasar los 30 kg. de pérdida. Muy pocas veces he estado orgulloso de mí mismo. Esa fue una de ellas.

sábado, 7 de diciembre de 2013

Ahogando penas en....Fanta Zero

Semana 9
Peso: 151,6

Como ya conté varias entradas atrás, lo que más me costó en esta aventura de perder peso fue el dejar de tomar cervezas, el dejar el alcohol en definitiva. Compañera inseparable durante años, recurría a ella en los momentos de bajón anímico. No me siento orgulloso de ello, y se que el recurso de ahogar penas en el alcohol no lleva a ninguna parte más allá que una buena llorera y una posterior resaca, pero en ocasiones la deseperación te hace cometer tonterías.

Si bien es cierto que desde que empecé el régimen vivo en un estado cuasi eufórico, también he tenido mis bajones, como todo hijo de vecino. Y ya no tenía mi inseparable lata de San Miguel para hacerme compañía. A cambio, me refugiaba en los refrescos light, en un vano intento de equiparar sus efectos a los etílicos. Recurro en ocasiones a visitar a mi peluquera, esa media horita de agradable charla mientras te corta el pelo es de un efecto totalmente relajante (no está el bolsillo para spas o similares), pero claro, no es cuestión de cortarme el pelo cada 10 días, por lo que he encontrado en el paseo la forma de olvidarme de los problemas durante un buen rato.

Durante una hora y media, me evado de mis pensamientos y me concentro en el ejercicio físico. Ver que me encuentro cada vez mejor y que mis caminatas contribuyen a perder peso, además de a fortalecer mi musculatura hacen que los problemas pasen durante un rato a un segundo plano. Cada vez me siento más a gusto caminando, cada vez voy ampliando la distancia recorrida, y ya no es raro el ponerme el despertador un domingo para salir a andar, o recorrer más de 10 km. de una tacada. Y lo mejor de todo es que llego a casa con la sensación del deber cumplido, y la posterior ducha se convierte en un bálsamo reconfortante.

Esta semana, sin embargo, caí finalmente en la tentación, y por primera vez en dos meses entraron en mi casa un par de latas de cerveza compradas en el chino de la esquina. Lo malo fue que no dieron el resultado deseado, ya que fue mayor el remordimiento que la satisfacción de beberlas, provocando que al día siguiente alargara mi caminata más de lo habitual.

Nuevamente la báscula me dió otro chute de ánimo, rebajando 2,400 kg. más, lo cual dejaba mi peso rondando de la barrera psicológica de los 150 kilos, y contando con que mi peso oficial lo hago vestido (parece mal quedarse en bolas en una farmacia...), facilmente la superé en ese momento.

lunes, 2 de diciembre de 2013

La primera vez que me salté el régimen

Semana 8
Peso: 154

Mis más fieles seguidores probablemente se habrán percatado de que me he saltado una semana. Y es que, por una parte, en ocasiones no hay demasiado que contar, y por otra, me quiero poner al día cuanto antes y dejar de contar las cosas en diferido, para evitar que, por ejemplo, una amiga de mi madre le plantee que ha leído el blog y que ahora peso 10 kilos más de los que tengo. Así que nos plantamos en la semana octava, la que pudo suponer un punto de inflexión, pero que afortunadamente no hizo otra cosa que reafirmarme en mi intención de seguir perdiendo peso.

Y es que esa semana se me planteó finalmente el gran dilema que sufre todo aquel que quiere perder kilos: ¿qué hacer ante un evento gastronómico de familia o amigos? Pues bien, yo tuve los dos el mismo día, comida familiar y cena con amigos. La primera duda que te surge es si se lo cuentas a tu médico o te haces el tonto para luego hacer lo que te de la gana...pues bien, yo tiré por la calle de en medio. Ciertamente, en el momento de mi conversación de esa semana con Rita, desconocía uno de los dos eventos, por lo que, digamos, tampoco la engañé. Claro está que, de lo que ella me recomendó a lo que finalmente sucedió dista tanto como Logroño de Estambul.

El evento familiar tuvo lugar en un restaurante con una especialidad: los arroces. Y a mí me vuelven loco. La opción correcta hubiera sido pedirme una ensaladita y un pescado a la plancha, pero no pude resistirme a un estupendo arroz a banda, regado con un delicioso crianza de Rioja. Había decidido no agobiarme con el tema de la dieta. Fue un "de perdidos, al río", pero consciente de que iba a ser algo puntual. Ya por la noche, disfruté con mis amigos de algo hasta ese momento desconocido para mí, la gastronomía japonesa. Un placer para los sentidos. Y si encima está preparado por dos pedazo cocineros como Natalia y Benja, y su fantástica cuadrilla de pinches, pues miel sobre hojuelas. Y no, no hice ascos al gintonic ulterior...

Lo mejor de todo es que, al día siguiente, como si nada hubiera pasado, volví a mi crema de verduras, mis yogures desnatados y mis manzanas. Y, para rematar la faena, al pesarme tres días después, había perdido 1,700 kg. esa semana, lo que sumado a los 1,600 de la anterior daban la bonita cifra de 3,300 kilos perdidos por el camino en 15 días. Esto funciona.

Os preguntaréis....¿qué dijo de todo esto mi médico? Probablemente se esté enterando en este momento al leer esto. ;)