lunes, 25 de agosto de 2014

El final del verano...

Semana 48
Peso: 116,6 kg.
....llegó...y tú partirás...cómo nos jodía escuchar esta canción cuando llegaban estas fechas, pero bueno, el verano climatológico llega a su fin, y en breve se irá por donde vino, y es un buen momento para hacer balance de estos tres meses.

Llegué al mes de junio con ya casi 58 kilos perdidos por el largo camino que empezó allá por el mes de octubre, con lo que ya tenía una buena parte del objetivo logrado. Y como tengo una médico y una enfermera que son una bendición del cielo, acordamos que los meses estivales serían de relajación, pero sin perder de vista el objetivo final. Son fechas de muchas fiestas, muchas comidas, cenas, viajes...en definitiva, son malos tiempos para la dieta. Pero lógicamente, dicho relax no podía ser total, sería de estúpidos tirar por la borda el trabajo de meses, así que recibí una serie de dietas semanales para ir alternando estos meses, con las cuales podría permitirme ciertos caprichos sin llegar a desmadrarme. Y vistos los resultados, la cosa ha ido muy requetebien.

Cocido de garbanzos exquisito
preparado por mi hermana.
Claro que podréis decir...sólo ha perdido 3,5 kilos en tres meses, cuando era casi lo que perdía por semana al comienzo de mi aventura. Obviamente, no son resultados para entrar en los anales de la historia del adelgazamiento, pero os puedo garantizar que no me he privado de nada en estas fechas. Eso sí, he sido mucho más comedido de lo que era habitual en mí. Me he tomado mis cervecitas, pero no me he empapuzado como antaño, he disfrutado de comidas caseras repletas de calorías, pero no he repetido plato como acostumbraba (aunque sí me he llevado tuppers que guardo con cariño en mi congelador), he comido pinchos por la calle Laurel, pero casi siempre acompañados por un cortito y no por una caña...

Lo que no ha cambiado ha sido mi hábito de andar todos los días. De junio a día de hoy he caminado más de 1.000 kilómetros, que puede parecer una burrada, pero no son más que la suma de caminar cada día entre una hora y tres cuartos y dos horas. ¿Quién no puede sacar ese tiempo de las 24 horas que tiene el día? Vale, que sí, que tienes hijos, que tienes que ir a trabajar...yo salgo a las 7 de la mañana, y si tuviera que hacerlo a las 6, lo haría igualmente. Porque es una forma estupenda de quemar calorías, porque es muy entretenido conocer caminos, paisajes, parques, senderos...y todos a tiro de piedra de tu ciudad, no te quepa duda. ¿No tienes dos horas? Pues una. O media. O algo. Sube andando a tu casa, no cojas el ascensor. Cualquier recorrido pequeño hazlo a pie, no cojas el coche. Dos kilómetros andando los haces en 20 minutos....cuánto tiempo te cuesta encontrar sitio para aparcar?

Al final, lo que realmente importa es que esta curva que véis a la derecha siga descendiendo. Se puede apreciar que ya no es tan pronunciada, pero sigue hacia abajo. No se trata de volvernos locos, de obsesionarnos, al final es un trabajo del día a día. Hace al menos 15 años que no estaba en mi peso actual, y desde luego, me daría con un cantito en los dientes por quedarme como estoy en estos momentos, pero es tontería. ¿Para qué estar bien si puedo estar muy bien? Ya le he pillado el truco a esto de perder peso. Ojo, que no suene a ventajista, a listillo de los cojones. No. He asumido las cinco comidas diarias como si las viniera haciendo toda la vida, desayuno como un campeón, almuerzo algo para no llegar ansioso a la comida, meriendo algo para no llegar con ganas de arrasar a la cena, y ceno ligero y con tiempo antes de meterme a la cama. Si a eso le añades un poquito de ejercicio físico y eres capaz de eliminar las comidas que sabes que positivamente engordan, tendrás mucho camino recorrido. Pero no te prives de un buen cocido de garbanzos, de una paella o de tu plato favorito de vez en cuando. Date una alegría, no estamos en este mundo para sufrir.




lunes, 11 de agosto de 2014

El mito (o no) de que la cerveza engorda (o no)

Semana 46
Peso: 116,9 kg.

Uno de los grandes problemas a los que me enfrenté a la hora de adelgazar es que era (y soy) un gran bebedor de cerveza. Pero grande. Era capaz de tomarme del orden de 2 o 3 litros diarios, es decir, entre 4 y 6 pintas, o entre 8 y 12 cañas, para que no tengáis que andar calculando. Obviamente, a la pregunta ¿la cerveza engorda? tendría que responder que sí, uno no se planta en los casi 180 kilos de cualquier manera, y aunque siempre he tenido buen apetito, nunca he sido de enormes cantidades o de abuso de bollería industrial y demás guarradas hiperultracalóricas.

Pero claro, como el pescado azul en su día, o el aceite de girasol, lo que un día es malo al otro no, y viceversa. Dependemos siempre de sesudos análisis que nos marean y nos llenan la cabeza de inútiles datos. Al final te das cuenta de que estamos en manos de las grandes multnacionales, que hacen y deshacen análisis a su antojo, tratando de ganar posiciones en el mercado a costa de desprestigiar al rival.

Iba a compartir con vosotros infinidad de artículos a favor y en contra que inundan internet, pero me parece más instructivo dar mi punto de vista personal. Basta que pongáis en Google cerveza engorda para daros cuenta de la infinidad de artículos, reportajes y demás a favor y en contra, así que sí queréis echarles un vistazo, ahí los tenéis. Pero al final, lo que realmente vale es la experiencia personal de cada uno.

Como decía, yo era un absurdo bebedor de cerveza. En mi frigo nunca faltaba un pack de 6 latas de medio litro de San Miguel, o, si venían mal dadas, de la cerveza barata del Eroski. Bebía compulsivamente, y no solo en casa obviamente, cuando salía, caían unas cañas tras otras. Obviamente, la cerveza tiene sus calorías, el gas de la misma no favorece precisamente que nuestra barriga se allane, y si a eso unimos un descontrol alimenticio, el resultado es una barriga del 12. Pero claro, según uno de esos sesudos análisis de los que os hablaba, mi índice glucémico debería estar disparado, o dicho de otra manera, debería haber tenido una diabetes de caballo, o estar muerto directamente...pero me hago la analítica correspondiente y resulta que todo estaba prácticamente perfecto, o todo lo perfecto que puede tener su analítica un tipo de 180 kilos. Ojo, que con esto no estoy diciendo que os lancéis a beber cerveza sin control. Como la mayoría de las cosas, es bueno en su justa medida, los excesos nunca son buenos, ni siquiera con las cosas socialmente aceptadas como sanas.

Ahora en verano, mi médico y yo hemos acordado un plan de mantenimiento, en el cual estoy bebiendo cerveza casi a diario. Pero claro, con mesura. Me puedo tomar un par de cañitas un día, llegar hasta 4 en una ocasión especial, o no tomarme ninguna, pero ya no es aquello de beber compulsivamente. Y sigo adelgazando. Esta semana ha caído medio kilito más, ya veo cerquita los 115, echando la vista atrás en fotos, estoy en mi mejor peso de los últimos 12 años. Sería estupendo que la cifra se redujera a dos dígitos para Navidad, pero bueno, tampoco me obsesiona. Me encuentro genial. De hecho, os dejo, que me voy a jugar al pádel.

¿La cerveza engorda? Yo qué coño se....