lunes, 21 de noviembre de 2016

Contando mi experiencia

Semana 8
150,3 kg.
-2,3 kg.
Total: -10,9 kg.

Esta semana he tenido como novedad la invitación que recibí por parte de mi enfermera y amiga Rocío Loma-Osorio para participar como paciente activo en un taller que ha desarrollado junto a otras dos compañeras, Beatriz Villar y Elisa Elías, denominado Modelo Ikea & modelo Danacol, dentro del II Congreso de Atención Primaria de La Rioja que se ha celebrado en el Edificio Quintiliano de la Universidad de La Rioja.

Debo decir que es un gustazo colaborar con gente que ama tanto su profesión, y que sabe transmitir sus ideas y sus puntos de vista con el desparpajo y el humor con que lo hacen estas tres pedazo de profesionales. En mi caso, creo que la última vez que hablé en público se remontaba al festival de Navidad de los Maristas en el año 1978 :D así que andaba yo un poco de los nervios con el reto que se me planteó. Tuve dos intervenciones, una por la mañana y otra por la tarde, y en la segunda ya me sentí hasta cómodo. Me gusta contar mi experiencia por si a alguno en una situación parecida le puede servir. De hecho, este blog nació con esa intención.

En cuanto al peso, seguimos con la velocidad de crucero a la que hice referencia en mi anterior entrada. Han sido 2,3 kilos en las últimas 3 semanas. Que, dicho así y con la experiencia de antaño, parece poco, pero lo importante es seguir restando. Obviamente en esta ocasión no existe la urgencia de la anterior, y el cuerpo al final se habítúa a unas rutinas que hacen que ya no le pille tanto por sorpresa, por lo que cuesta un poco más. Sigo con mis paseos de 10-12 km. diarios, que ya no son tan efectivos como hace tres años, por eso en cuanto pierda algo más de peso empezaré a correr. Sin hacer locuras, eso sí, soy muy consciente de mis limitaciones, y sé positivamente que sólo tengo dos rodillas, y quiero que me acompañen siempre conmigo en posición erguida.

martes, 1 de noviembre de 2016

Velocidad de crucero


Semana 5
152,6 kg
-2.0 kg.
Total: -8,6 kg.

Alcanzamos el mes desde que inicié esta nueva aventura de perder peso, y, como podéis comprobar, después de un arranque a toda pastilla, alcanzada la semana 5 la cosa ya se ha tranquilizado un poco, y en las dos últimas semanas he perdido 1,1 y 0,9 kg. respectivamente. O lo que es lo mismo, me empiezo a mover en torno al kilo perdido por semana.

Ya me advirtió mi médico que en esta ocasión los avances no iban a ser tan espectaculares como hace tres años. Por un lado tengo tres años más, y por otro temgo un cuerpo al que ya no se le engaña tan fácilmente como en la primera ocasión. La motivación tampoco es la misma, en aquel entonces necesitaba perder pero para poder moverme, aparte de por salud y por estética. Ahora esa parte la tengo superada, ya que otra cosa no haré pero moveme, me muevo mucho. De hecho la foto que acompaña esa entrada corresponde a la Marcha Aspace, un recorrido de 20 km. que hace dos domingos realicé por tercer año consecutivo sin mayor problema.

Lo cierto es que cuesta bastante deshacerte de determinados hábitos. Sobre todo de aquellos que te proporcionan un momento especial, como es el salir a tomar algo con amigos. Tomarte un botellín de agua mientras el resto bebe cerveza y fuma a discrección no es sencillo, cuando has tenido ambos hábitos vicios. Mi médico, tan atenta como eficaz, ya me permite un día de asueto a la semana, el cual disfruto sobremanera.

Ahora habrá que hacer un esfuerzo de aquí a Navidades, en previsión de que, siendo la época que es, el seguir una dieta va a ser más complicado. No es sencillo cuando no tienes nada más que preocupaciones en la cabeza, de las que te aislabas antaño con un cigarrillo o unas cervezas. Pero habrá que intentarlo. No solo eso, habrá que conseguirlo.


lunes, 17 de octubre de 2016

Adelgazar sin fumar

Semana 3
154,6 kg.
-1,8 kg.
Total: -6,6 kg.

Esta semana pasada, concretamente el 12 de octubre, se cumplieron dos años desde la última calada que le di a un cigarrillo. Dos años desde un importante punto de inflexión en mi vida. Ya que si bien mi capacidad pulmonar se vió espectacularmente incrementada, no fue menos espectacular el aumento de kilos que se furon de nuevo adosando a los lugares de los que habían salido un año atrás.

Un altísimo porcentaje de la gente que decide dejar de fumar, engorda. Es una especie de peaje que nos impone el hacedor, la vida, la naturaleza o la madre que la parió. Qué más da. El caso es que solemos cambiar un mal hábito por uno menos malo a la hora de saciar un momento de ansiedad. Y lo que antes era un cigarrillo, ahora es un viaje a la nevera. Y la báscula suma...y suma...

Pero claro está, no le podemos echar toda la culpa a la ansiedad, al mono del tabaco, ya que éste, al menos el psicológico, desaparece a los pocos días. Más bien nos dejamos llevar en un juego de compensaciones, en el que damos por bueno cualquier hábito menos malo que el que acabamos de dejar. Y a veces nos cuesta mucho darnos cuenta. A mí me ha costado casi 50 kilos.

En fin, a lo que vamos. Nuevo pesaje semanal, y nueva alegría, en esta ocasión en forma de 1,8 kg. menos, lo cual hace que en tres semanas me haya quitado ya más de seis kilos y medio de encima. Y eso que este viernes me tomé la libertad de saltármelo y tomarme un par de cervecitas con los amigos (cómo las echaba de menos, ainsss).

Mi principal preocupación vuelve a ser ahora el tema del curro. Sigo en el paro, y la prestación por desempleo se acaba. Y el futuro no es demasiado alentador. Pero bueno, no perdamos la esperanza.

lunes, 10 de octubre de 2016

Adelgazar. Una cuestión matemática.

Semana 2
156,4 kg.
-1,4 kg. 
Total: -4,8 kg.

Recuerdo que hace ya un buen puñado de años hubo una campaña publicitaria en televisión y sobre todo en vallas publicitarias en las que se veía a un musculado y fibroso atleta en la posición de salida de un sprint, calzando unos espectaculares zapatos de tacón. El eslógan era "La potencia sin control no sirve de nada". Con el tema de adelgazar pasa algo parecido: la dieta sin ejercicio físico no sirve de nada. O casi. Y, al revés, tres cuartos de lo mismo.

Y es que el perder peso es una sencilla ecuación matemática: siendo a las calorías que quemamos a lo largo del día, y b las calorías que ingerimos en nuestra alimencación, si x>0, adelgazaremos, pero si x<0, engordaremos. Así de sencillo.

Obviamente cada ser humano es un mundo, y en cada uno se nos incluirán numerosas variables que harán que la ecuación se complique sobremanera, pero la base seguirá siendo la misma. Y la conclusión, también: tenemos que añadir a nuestra dieta un componente de ejercicio físico. Pero no preocuparse, no hace falta apuntarse al gimnasio, ni volverte un runner de la noche a la mañana. Hay algo que hacemos todos los días sin darnos cuenta y que, si lo incrementamos en el tiempo y en la velocidad será el mejor de los ejercicios: andar.

Y hablaré del caso que más conozco: el mío. Cuando comenzé mi régimen la anterior vez, hace tres años, añadí a mi rutina una salida diaria a caminar a un buen ritmo. Al principio tenía que parar y sentarme en un banco cada 10 minutos, jadeando y empapado de sudor. El otro día me fui a Alberite, de ahí a Lardero y de vuelta a Logroño. 17 km. Y sin despeinarme. Quiero decir con esto que, si seguimos una rutina, la acabaremos incorporando en nuestra vida como una necesidad más, y no la veremos como una obligación, sino como algo que sabemos que nos está haciendo bien, mucho bien. Y sin darnos cuenta iremos incrementando la distancia y la velocidad, y comenzaremos a robarle horas al sueño para poder realizar nuestra rutina antes de ir a trabajar. Y lo más curioso es que, al menos en mi caso, no me supone ningún esfuerzo ponerme el despertador a las 6:30, costumbre que adquirí cuando trabajaba, y que ahora estando en el paro mantengo inalterable. Los lunes son menos lunes si antes de incorporarnos al duro trabajo hemos quemado unos cientos de calorías.

No hay excusa del estilo de "no tengo riempo". Media hora la sacas de donde sea. Y si son tres cuartos, mejor. Y si puedes más, más. Esta semana, con mis casi 160 kilotones a cuestas, me he metido 87 km. entre pecho y espalda. Y caminando a buen ritmo, no arrastrándome por los caminos. Eso, unido a la dieta que estoy siguiendo, nada severa y muy llevadera, han hecho que en dos semanas haya perdido casi 5 kilos. Ahí es nada.

Se me olvidaba, este lunes tocaba pesaje, y, tras el bajonazo espectacular de la semana pasada, en esta ocasión la cosa ya se ha vuelto más normal, perdiendo 1,400 kg., lo cual está muy bien. Ya me ha advertido mi médico que esta vez la pérdida de peso no va a ser tan espectacular como hace tres años, pero ni falta que hace. Lo importante es sentirse bien, e ir sintiéndose mejor cada día, y eso se cumple en mi caso al 100%.



lunes, 3 de octubre de 2016

Sacrificios con recompensa

Semana 1
157,8 kg
-3,4 kg.

Siempre que inicias una nueva andadura, aunque en esencia no te resulte desconocida, te surgen las dudas. Y más aún cuando eres una persona totalmente insegura como lo soy yo, que tengo que recurrir a todos vosotros, a las redes sociales, a mis amigos y hasta a mis enemigos si los hubiere, para adquirir un compromiso público.

Lo fácil por mi parte hubiera sido empezar el régimen a hurtadillas, sin que se enterara nadie, y así el hipotético fracaso me lo comería yo solito con patatas (como así ha ocurrido en alguna que otra ocasión, por otro lado...). Pero como la vez anterior, he preferido hacerlo público, quizás hasta demasiado, ya que todavía ando sorprendido de las casi 4.000 visitas a mi anterior entrada, casi el doble que la que más tenía hasta ese momento.

Como decía, que me he ido por los cerros del pueblo de Joaquín Sabina, las dudas me han corroído desde el principio. ¿Y si después del esfuerzo no funciona? ¿Y si voy a pesarme y no he perdido nada, o lo que es peor, he engordado? ¿Y si...? Hay que desterrar los "y si...". La inseguridad siempre ha sido una constante en mi vida, y normalmente viene de la mano de un miedo total y espantoso al fracaso. Y, casi más que al fracaso, a decepcionar a los que te rodean. Comenzando por mi maravilloso equipo médico, que confía en mí mucho más que yo mismo, pasando por mi familia y amigos íntimos, y terminando por tí, querido lector, que quizás ni siquiera nos conocemos, pero que has tenido a bien leer este testimonio.

Pues bien, dicho todo ello, deciros que esta mañana he ido a la farmacia a pesarme, y el grito que he soltado ha hecho que todo el mundo se girara a ver quién era el loco de la báscula. ¡¡Tres kilos y medio menos!! Vale que con mi peso de partida no supone más allá de un 2 % del mismo, pero...a qué más de uno y más de una (guiño a Pedro Sánchez en este momento amargo que está viviendo ;) ) os daríais con un cantito en los dientes? Para una persona de 70 kg. supondría perder un kilo y medio aproximadamente. Y en una semana!

Doy por válidos los sacrificios a los que me he sometido, sobre todo uno que me ha dolido sobremanera, una comida con amigos que llevábamos meses buscando fecha...y ha tenido que ser este sábado. Da igual, habrá más ocasiones. En cuanto a la cerveza, que quien me conoce sabe que me gusta más que a un tonto un lapicero, pues lo he llevado más o menos bien. La he echado de menos a media tarde que siempre me gusta abrirme una, y he evitado en lo posible la socialización, las primeras semanas es muy complicado, al menos para mí, ir con amigos que beben cerveza mientras yo me ahogo en un botellín de insípida agua.

En fin, que esto no ha hecho nada más que empezar. Se positivamente que esto no va a ser así siempre, y que las primeras semanas es siempre cuando más se pierde. Pero da igual, como ya dije, juego con ventaja. Todo esto ya lo he vivido.

martes, 27 de septiembre de 2016

Pero cómo te has puesto...otra vez

Semana 0
Peso: 161,2 kg.

Retomo este blog más de un año después, en un punto en el que no me hubiera gustado hacerlo. Hace ahora tres años, justo por estas fechas, comenzaba una aventura incierta, un paseo por lo desconocido, tratando de perder la ingente cantidad de kilos que se desparramaban por mi cuerpo.  Pronto descubriría que el régimen que me había puesto mi médico y amiga Rita, y la inestimable ayuda tanto médica como psicológica de mi enfermera y amiga Rocío funcionaba a las mil maravillas. Un año después, mis 180 kilos iniciales se habían convertido en 114. Volví a hacer deporte, a jugar al pádel, a correr...

Pero tenía otra gran carga a mis espaldas: el tabaco. Comencé a fumar a los 13 años, y en los últimos tiempos pasaba ampliamente de las dos cajetillas diarias lo que me metía en mis pulmones. Pero si había sido capaz de perder 65 kilos...porqué no iba a ser capaz de dejar de fumar? El 12 de octubre de 2014 encendí mi último cigarrillo. Ni siquiera lo apuré, y me fui a la cama sabiendo que había dejado de fumar.

Hoy, casi dos años después, y con dos fantásticos logros conseguidos, me enfrento a un tercero ya conocido. Al principio lo atribuía al dejar de fumar. Todo el mundo engorda cuando lo hace. Pero obviamente todo en esta vida tiene un límite, y la ansiedad producida por la falta de nicotina enseguida pasó a ser historia. Mientras mantuve mi puesto de trabajo todo fue más o menos bien. Al fin y al cabo son ocho horas en las que ni comes ni bebes cervezas, pero cuando en enero me dieron la patada en el trasero todo se aceleró.

La ansiedad, los nervios, la tristeza, el cabreo, la angustia derivada de quedarme en la calle llamando a las puertas de la cincuentena, todo eso que antes paliaba con un cigarrillo, ahora lo intentaba con comida, y, sobre todo, bebida. Cerveza, mucha cerveza. Demasiada a veces. Pasé por una etapa emocionalmente muy mala, veía como mi ropa dejaba de entrarme con comodidad, para ir acumulándose en el armario en espera de tiempos mejores, mientras tenía que recurrir a otras prendas ya olvidadas de aquellos años de oronda figura. Afortunadamente contaba y cuento con el maravilloso apoyo de Rocío, que ha dejado casi a un lado sus fantásticas dotes de enfermera para ejercer más como psicóloga, actuando como freno a mis impulsos. Sin ella probablemente ahora habría superado ampliamente mi peso de hace tres años.

Me autoengañaba a mi mismo, pensando que lo tenía todo controlado. "La ropa me sigue entrando" - pensaba - Pero el botón del pantalón cada vez apretaba más. Dejé de pesarme semanalmente, hasta que  me empujaron con todo el cariño para que volviera a hacerlo. Aquel día de mayo fueron 155 kilos los que dí en la báscula. Una tremenda bofetada de realidad. Durante unas semanas estuve cuidándome a mi manera, sin privarme de las cervecitas con los amigos, y de una buena comida de vez en cuando, y controlé bastante bien mi peso. No bajaba demasiado pero no subía. Pero llegó el verano, llegaron los agobios, llegó la vergüenza de ponerte en bañador en la piscina, llegó el ver a los demás disfrutar mientras tú contabas los días que quedaban para ir a sellar la tarjeta del paro...y volví a caer en la ansiedad, no se si hasta en ocasiones en depresión.

No fue hasta hace un mes, a finales de agosto, cuando decidí coger al toro nuevamente por los cuernos. Me fijé una fecha, como la otra vez, procurando repetir todos los pasos que me llevaron al éxito aquella ocasión. Mismo día simbólico: primer día después de los Sanmateos. Hoy no ha sido una bofetada de realidad cuando he pasado por la farmacia a pesarme, ha sido un hostión en toda regla. Pero da igual. Es una cifra, es un punto de partida. Da igual que sea uno u otro, el objetivo es el mismo: perder muchos kilos. Y en eso estamos.